«El fútbol parece indisolublemente unido a la violencia. Pero ¿ha sido siempre así? En el inicio de la temporada, nos fijamos en los fundamentos de esta relación, especialmente allí [en Inglaterra] donde el deporte nació y desarrolló su mayor tensión social y política. Para así entender las raíces institucionales de las actitudes violentas y cómo acometer su neutralización».
¿«Tensión social»? ¿Pero esto qué es? ¿Artículos sesudos en la prensa deportiva? ¿Desde cuándo los lectores se preocupan por los... problemillas adyacentes al gran circo del deporte? ¡Qué osadía! ¿Y dónde piensan colocarlos? ¿Van a darle menos chance a los rumores? O peor: ¿quitarán todas las fotos de las novias de los futbolistas? ¿Hasta dónde hemos llegado?
Que no cunda el pánico. La entradilla forma parte de una serie de artículos publicados hace apenas ocho días en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia. Cuatro planas ilustradas con sendas acuarelas; tres textos encargados a un historiador, un licenciado en Filosofía y un experto en fútbol internacional. Sin duda, una apuesta demasiado arriesgada para cualquier gacetilla deportiva.
19 de septiembre de 2008
6 de septiembre de 2008
Paraplejia inglesa
El miércoles, la Agencia EFE recordó que paralímpicos es «el adjetivo apropiado para referirse a los juegos en los que los participantes son personas con discapacidades». Según la RAE, la palabra proviene del inglés paralympic, «acrónimo de para[plegic] + [o]lympic». Asimismo, desaconseja el uso del vocablo par(a)olímpico, creado a posteriori a partir del formante griego para- (‘junto a’).
En 1992, Lázaro Carreter abordó la problemática en uno de sus dardos. En aquella ocasión, el filólogo criticaba que los medios de comunicación usasen la variante paralímpico. Su propuesta, parolímpico, respeta lo que pasa en otros casos similares, en los que el prefijo para- pierde su ‘a’ final si antecede a una palabra que comienza por vocal. Por ejemplo, paroxítona o parodia.
Por lo que parece, el académico ignoraba el origen inglés del término. Sin embargo, sugiere una alternativa que casa a la perfección con el genio del idioma. Es una lástima que tanto la RAE como la Agencia EFE se muestren tan condescendientes con el invento anglosajón, un engendro que cataloga como parapléjicos a todos los atletas que participan en esos juegos.
En 1992, Lázaro Carreter abordó la problemática en uno de sus dardos. En aquella ocasión, el filólogo criticaba que los medios de comunicación usasen la variante paralímpico. Su propuesta, parolímpico, respeta lo que pasa en otros casos similares, en los que el prefijo para- pierde su ‘a’ final si antecede a una palabra que comienza por vocal. Por ejemplo, paroxítona o parodia.
Por lo que parece, el académico ignoraba el origen inglés del término. Sin embargo, sugiere una alternativa que casa a la perfección con el genio del idioma. Es una lástima que tanto la RAE como la Agencia EFE se muestren tan condescendientes con el invento anglosajón, un engendro que cataloga como parapléjicos a todos los atletas que participan en esos juegos.
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