Martes, 10 de junio. Doce de la noche. El Larguero de La Ser. José Ramón de la Morena se despacha a gusto tras el debut de España en la Eurocopa: «Este país necesitaba algo así. Ya pueden seguir las huelgas bloqueando las carreteras, y la gasolina subiendo hasta que la vendan en botellas con etiqueta negra. ¡Qué fácilmente nos alegran la noche estos chicos cuando ganan como hoy!».
Horas antes, los mercados empezaban a notar los efectos de la protesta de los transportistas. El pescado azul, las verduras y algunas carnes comenzaban a escasear. Las fuerzas de seguridad intervenían para garantizar el suministro de gasolina. En Granada, un miembro de un piquete moría atropellado. En resumen, nada que no pudiera compensar el hat-trick de Villa.
Todo parece indicar que De la Morena cubre la Eurocopa desde un búnker situado a 30 metros bajo tierra, desde donde sólo tiene acceso a diarios escritos en lengua bárbara y, por ende, indescifrables para él. O eso o ha decidido dedicarse al humor. Al humor negro, claro. Y de mal gusto. Si no, no se entiende ese distanciamiento respecto a lo que su audiencia padece en estos días.
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