Toda tragedia inesperada resalta las virtudes y descubre los defectos de los medios de comunicación audiovisuales. La que se vivió ayer en Barajas es un claro ejemplo. Los periodistas tuvieron que trabajar deprisa con material extremadamente sensible. Llenaron horas y horas de información improvisada. Sin embargo, en ocasiones el resultado dejó bastante que desear.
La locutora del programa líder de las tardes comenzó su espacio con un aviso: «Este gravísimo accidente aéreo va a condicionar nuestra Ventana del Verano». En realidad, la catástrofe no sólo alteraría la programación vespertina de La Ser: la parrilla entera se vería modificada de manera sustancial hasta la mañana siguiente. Deportes aparte, por supuesto.
Mientras la radio empezaba a contar muertos, La Sexta vivía en otro mundo. Un presentador simpatiquillo departía con su neumática compañera sobre la última hora de las vacaciones de Belén Esteban. En su día, la radio resistió el envite de la televisión. Y resistirá también el de internet. Entre otras cosas, por tener mejor cintura que ningún otro medio en situaciones como la de ayer.
21 de agosto de 2008
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