Dos días después de la retransmisión del Festival de la Canción de Eurovisión, los directivos de Televisión Española continúan bailando el chiki-chiki. Y no es para menos: la edición del sábado fue la más vista de los últimos seis años. Hasta catorce millones de telespectadores conectaron con el Ente Público para seguir en directo las peripecias de Rodolfo Chikilicuatre.
Por si no había suficiente con el engendro de Buenafuente, José Luis Uribarri resucitó, cual ave fénix, para volver a ser la voz del concurso. En sólo cinco minutos hizo olvidar a la audiencia los cuatro años de retransmisiones de Beatriz Pécker. Y es que la seriedad y la profesionalidad de la ex directora de Radio 3 no casaban con el talante jaranero del actual festival.
En el especial postgala, el representante español estuvo pletórico, liberado. ¡Qué ganas tenía ya de quitarse de encima ese maldito tupé! Una imagen quedará para el recuerdo: la guitarra de juguete de Chikilicuatre al lado del Stradivarius de los rusos. Pura poesía pagada por el bolsillo del contribuyente. Para que luego digan que en España no se invierte en cultura.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario